"No debe decir que el volumen de los salarios es una cantidad constante, sino que, aunque no puede ni debe aumentar, puede y debe disminuir siempre que al capital le plazca rebajarlo" .
La discusión sobre el salario mínimo concluyó el martes 24 de diciembre del 2024. El presidente Gustavo Petro decretó un aumento del 9,5% en el salario mínimo, que regirá en el país a partir del primero de enero de 2025. Esto implica un incremento de $123.500, lo que significa que la nueva asignación será de $1.423.500.
Además, el subsidio de transporte se incrementó en $38.000, pasando de $162.000 a $200.000; por lo tanto, el nuevo salario mínimo nominal, incluido el subsidio de transporte, queda en $1.623.500. La decisión del jefe de Estado se tomó tras agotarse la etapa de negociación directa entre las centrales obreras y los gremios de la producción, sin que se lograra ningún acuerdo. Lo que me llama la atención es que aquellos que discuten el salario mínimo no devengan dicho salario.
Veamos: los representantes de los gremios económicos ganan en promedio 80 millones de pesos mensuales; los dirigentes de las centrales obreras perciben entre 10 y 15 millones de pesos al mes; y la ministra de Trabajo recibe 25 millones mensuales. Y son ellos quienes determinan cuánto debe ganar un trabajador o trabajadora de mano de obra no calificada.
Sería interesante ver una mesa alternativa compuesta por trabajadores con salario mínimo, discutiendo los elevados salarios de los representantes de los gremios económicos y fijándoles un salario más moderado del que actualmente reciben. El mencionado incremento fue del 9,5%. Los gremios solicitaban un aumento limitado del 6 %, mientras que las centrales obreras pedían un 12 %. No hubo acuerdo y el presidente lo fijó por decreto.
Este aumento provocó que los garantes de los patronos alzaran la voz, clamando: "¡Eso es populismo!", precisamente quienes ganan hasta 80 millones mensuales. A gritos afirman que con este incremento aumentará el desempleo; sin embargo, no se necesita ser experto en economía para entender que a mayor ingreso tiene la clase trabajadora, mayor es el consumo. Una clase trabajadora con salarios precarios contribuye a una economía débil.
¿Y quién habla por los millones de trabajadores informales? ¡Nadie! Es increíble la mezquindad de los gremios, que, mientras más utilidades obtienen a expensas de la clase trabajadora, son los mismos que gritan a los cuatro vientos que la economía va mal bajo el mandato de Gustavo Petro.
Es así que en el vasto paisaje de Colombia, donde casi 23 millones de almas buscan su lugar en el mundo laboral, la esperanza se entrelaza con la realidad. No todos alcanzan el anhelado salario, pues la desigualdad persiste como sombra en esta tierra rica en recursos y sueños.
Federico Engels nos recuerda que el trabajo es la esencia de nuestra humanidad; es a través de las manos laboriosas que nos definimos y construimos nuestro destino. Sin embargo, estas manos, forjadoras de progreso, a menudo se encuentran al servicio de un capitalismo que explota su esfuerzo. En este contraste, palpita el anhelo de justicia y dignidad para todos los trabajadores y trabajadoras de Colombia.
Adenda: Ah, la sociedad laboral colombiana, ese lugar mágico donde la brecha salarial crece como un árbol en primavera, y la dirigencia de la buliburguesia se va de vacaciones a una isla remota. Pero no te preocupes, porque todo lo que realmente necesitamos es una política laboral efectiva. ¡Qué idea tan revolucionaria!
Actualizar el salario mínimo, fomentar la contratación formal, y por supuesto, moderar esas jugosas remuneraciones de los altos ejecutivos que, como sabemos, son los verdaderos héroes de nuestra economía. ¿Quién necesita igualdad y oportunidades cuando podemos seguir alimentando a los que ya tienen más de lo que pueden comer? ¡Brindemos por el progreso! ¡Salud!
Escribe: JHON JAIRO SALINAS*
*Dirigente y defensor de derechos humanos oriundo del departamento del Quindío. Miembro del Pacto Histórico Quindío. Escritor. Poeta. Corresponsal y periodista tanto de Diario EL POLITICÓN DE RISARALDA, como de su suplemento de ciencias y artes ARCÓN CULTURAL.
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