Nacida en Pinchote, Colombia), el 10 de abril de 1782 y fallecida en Socorro (Colombia), hacia el 28 de junio de 1819, fue una organizadora y financiadora de una guerrilla patriota, la cual como tantos otros tuvo como destino el martirio a causa de sus ideas.
Descendiente de españoles tanto por la línea de su padre, Pedro Santos Meneses, como por la de María Petronila Plata Rodríguez, su madre; personas de notable posición y mediana riqueza, emparentadas con gentes notables y autoridades de su vecindario.
En esta provincia de tierras escarpadas y gente orgullosa, en buena parte descendiente de españoles venidos durante el siglo xvii, cuando se fundaron tres villas para los “vecinos blancos”, se había gestado la revolución comunera (1781) y desde la primera independencia de la Nueva Granada (1810), se había combatido a las fuerzas realistas.
La niña recibió la educación usual: lectura, escritura, doctrina cristiana y la capacitación necesaria para dirigir las faenas domésticas a cargo de sirvientes y esclavos. Permaneció soltera en el hogar paterno alternando su residencia entre el pueblo de Charalá y la hacienda de El Haltillo. Muertos los padres hacia 1815, Antonia, la hija mayor, asumió el cuidado de la heredad familiar y de diez hermanos.
Su acción decidida por la causa de la independencia se inició después de las primeras expediciones punitivas del ejército expedicionario de Pablo Morillo en 1816, que tuvieron carácter particularmente violento en los pueblos del contorno. Para ayudar a la causa, Antonia Santos organizó una pequeña guerrilla, en un comienzo integrada por cuarenta hombres y capitaneada por sus familiares cercanos, que tuvo como lugar de reunión, centro de comunicaciones y de abastecimiento la hacienda de El Haltillo. Conformada por gentes de la región esta guerrilla denominada “de Charalá”, junto con otras similares hostilizaba continuamente la marcha de las tropas y autoridades realistas.
“Diminutos pero inquietos enemigos”, como los calificó el comandante español Lucas González, fueron finalmente descubiertos en julio de 1819 y Antonia Santos, sorprendida en su casa con la sola compañía de su hermano Santiago, llevada a la cárcel del Socorro. Inmediatamente le siguieron causa junto con dos esclavos de su propiedad y dos compañeros de guerrilla. No pudieron los jueces obtener ninguna delación de los prisioneros y para escarmiento de los colaboradores, recibieron sentencia de muerte. Consultada ésta con el virrey Sámano, la confirmó con prontitud y diez días más tarde fue fusilada en la plaza del Socorro junto a sus dos compañeros y según dice la tradición, sus fieles esclavos Juan Nepomuceno y Juana.
La dignidad con que recibió la pena capital, hizo de su nombre una leyenda: con serenidad marchó al patíbulo, al llegar al banquillo entregó a su hermano las alhajas de oro que llevaba y su testamento, todo lo cual señala una posición de señorío. Ofreció al oficial que mandaba la escolta su anillo de esmeralda, rogándole que se le apuntara al pecho. Con gesto pudoroso ató con un pañuelo la falda de su vestido contra el travesaño del banquillo y pidió a uno de sus sirvientes cubrir su cuerpo si quedaba descubierto. En la fecha de su muerte pasaba de los treinta años y, según recoge la tradición, conservaba una agradable apariencia: la piel blanca y sonrosada, los ojos grandes y negros, cejas y pestañas oscuras, pelo abundante y crespo, nariz aguileña, boca carnosa, el cuerpo alto y esbelto. Poseía gracia al hablar y cierto aire burlón que la hacían simpática. Dentro de la lista de mujeres fusiladas en ese período, ella tuvo el mayor rango por sus ancestros familiares, su posición social y económica y la calidad de sus relaciones.
Pocos días después, concluía el régimen colonial con la victoria de los ejércitos libertadores en la batalla del Puente de Boyacá el 7 de agosto de 1819.
Bibl.: L. M. Cuervo, “Antonia Santos”, en Papel Periódico Ilustrado, t. III, Bogotá, Imprenta de Silvestre y Compañía, 1884, págs. 395-398; H. Rodríguez Plata, Antonia Santos Plata, genealogía y biografía, Bogotá, Academia Colombiana de Historia, 1969; A. I. Guzmán, Poblamiento y urbanismo colonial en Santander, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 1987.
Fuente: REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA
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